“Para
leer estas páginas es preciso que nos sentemos cómodamente en una balsa tejida
de flores, dispuestos a navegar por el mar infinito de la imaginación, para
adentrarnos en el sueño de ese país del Orinoco, que, como nadie, nos ofrece la
maga mayor –Silvia aponte-, quien nos transportará por los más inesperados y
hermosos paisajes en la intimidad de un territorio que vive la alegría y el
asombro universo de Iluní, la hermosa niña canela de cabellos y ojos azabache
tan grandes como su espíritu cósmico y volátil, que un buen día descubrió, con
la complicidad de sus silencios, las más bellas sonrisas de Dios. (…)
Silvia
Aponte, a manera de conjuro, nos trae entre sus manos las Sonrisas de Dios, que nos
retornan a los mejores años de nuestra existencia –la infancia- donde todos podíamos
atrapar el guiño de las hadas y teníamos el poder de aliviar los dolores más
intensos del cuerpo y el espíritu, masticando, por ejemplo, los pétalos de una
rosa, o devorando el corazón de un girasol enamorado…”
Jaime Fernández
Molano
Eso es sólo el prólogo cierto
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