Hablar de Hugo Mantilla Trejos es adentrarnos
en lo más profundo de un llanero de todas partes; de un gestor incansable, que
ha recorrido –como muy pocos, valga señalar– todos y cada uno de los rincones
de la gran planicie colombo-venezolana.
Pero,
más allá de haber caminado su geografía completa, donde no existen límites ni
fronteras políticas, Hugo Mantilla Trejos se ha adentrado en las profundidades
del alma llanera para indagar las costumbres, la cultura, el lenguaje de sus
habitantes, sus tradiciones orales; y a la vez, para cantar las tonadas, narrar
las historias y plasmar en versos únicos el sentimiento y el sueño del auténtico
llanero.
Nada
mejor que sus palabras para describirlo: “Nací
en Arauca, crecí en Casanare, profundicé sobre los misterios del Llano en el
Vichada y senté mis reales en el Meta, más exactamente en Villavicencio, desde
donde sueño, repaso el enorme paisaje llanero e imagino cómo
el Creador concibió esta tierra de cantores y poetas.
Después
de andar y conocer esta hermosa planicie me he atrevido a pensar que soy más
llanero que araucano.”
Ese
es Hugo Mantilla Trejos, investigador, filólogo, juglar, narrador, cuentero y poeta
tradicional. Y un conversador como ninguno. Basta una pregunta o un chispazo
para que toda su sabiduría salga a relucir con la mayor fluidez. Un sabio y un
diccionario ambulantes, dicen quienes lo conocen.
Es
autor, entre una decena de títulos, del Diccionario llanero, único en su género.
El
último tinigua y otros poemas llaneros recopila una selección de su
poesía tradicional, escrita durante los últimos cincuenta años. Allí, en muchos
de sus textos, hace un homenaje a la raza amerindia; pero también deja su
huella indeleble en versos que plasman todo su conocimiento, sabiduría, visión
y talento estéticos, sobre el universo al cual le ha entregado su vida entera: el
Llano sin fronteras.
Jaime
Fernández Molano
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