Breves y
sugerentes, con fuerza, estos poemas: la memoria que es también olvido, los
anhelos y su dosis de vacío, el amor y el deseo, los días a veces esquivos y a
veces felices. Páginas que nos dicen cómo una flor, cómo los sueños se resisten
a la violencia, o cómo se mezclan con ella para hacerla tolerable. La voz de la
fiesta y de la pesadilla, donde el poeta nos da razón de la dicha y la
tiniebla.
Gustavo
Adolfo Garcés
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Me gustan la coherencia de los contenidos y los
ritmos. La brevedad de los textos defiende una intensidad que se mantiene en
casi todas sus páginas. Se complementan la unidad y la variedad. Es sobrio y
fluye de principio a fin. (…) Festejo la frugalidad de este libro.
Alberto Rodríguez Tosca
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Sorprende
la voz reposada de estos textos; no denuncian, no lamentan, no se quejan. Se
asoman, con prudencia, casi con osada timidez, para recordarnos la injusticia,
los atropellos que marcan los días de quienes detentan el poder. El poeta,
sabio pendejo, presencia y padece, indefenso, los hechos, pero no se cura de la
ironía para desenmascarar, casi con sarcasmo, la condición de los poderosos:
“Con la misma habilidad
conque manejan sus
puñales
toman la pluma
y
firman sus decretos.”
Sería
un olvido injusto, no decir que también se escucha la voz fraterna de quien
sabe y siente que entre los suyos encuentra reposo, momentos de paz, algo
parecido a la felicidad. Entonces el poeta, o alguno de los que suplanta,
fluye, navega en ríos íntimos, familiares, se abandona a la corriente de la
ternura y el amor para escribir. (…)
Las
mujeres, sus mujeres, como gusta decir, habitan su poesía, porque si una no
bastaba para mantenerlo vivo, la vida le regaló una legión: las de la
dedicatoria, aparte de otras que no aparecen pero asisten, con asombro, al
festín, esta vez sí, del poeta.
Henry
Benjumea Yepes
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